"Un día llegué a mi taller y dos okupas lo habían hecho suyo..."

«Un día llegué a mi taller y dos okupas lo habían hecho suyo; te destrozan la vida y cada vez que llega al buzón el recibo de la luz o se acerca la fecha de pagar el IBI te sienta como si alguien te estuviese dando una puñalada». Isidoro P., vecino de Oviedo, ha vivido durante los últimos dos años una de las historias de okupación de la propiedad privada más inverosímiles que haya podido tener lugar lugar en esta ciudad.

Un día, cuando acudió a su local, un taller en el número 24 de la calle Gascona, después de que su anterior inquilino se jubilase, se encontró con dos hombres que habían decidido reiniciar la actividad, con cambio de nombre incluido, mientras se hacían pasar por los nuevos propietarios. Al principio «es un shock»; luego, «llega la frustración porque no se puede hacer nada para echarlos de allí», relató el afectado. Y así estuvieron dos años, sin una orden judicial que permitiese a la Policía hacer efectivo el desahucio.

Todo comenzó en enero de 2018. El entonces inquilino del local, un mecánico del barrio que llevaba ejerciendo en ese lugar desde 1981, anunció un traspaso del negocio. Fue entonces cuando M. M. P. L., de 26 años, se interesó por el anuncio, «mandó registrar una sociedad (Gascona Auto) que jamás llegó a inscribirse en el Registro Mercantil», continuó Isidoro, y firmó un contrato de cambio de titularidad con el anterior arrendatario en el que «decían que habían comprado el local y la maquinaria». Cosa que jamás hicieron, lamentó, «porque nunca habían tenido intención de hacerlo».

Por okupar una vivienda la pena suele ser menor, de tres a seis meses de multa; sin embargo, en este caso, el tema legal es más profundo, lo que llevó al afectado a plantear un proceso penal paralelo al civil. El 16 de enero, el okupa acudió al Ayuntamiento para presentar una solicitud de cambio de titularidad del taller y un certificado de cumplimiento de licencia. Sendos documentos en los que, añadió el damnificado, «incluyeron la firma de la propiedad, del anterior inquilino y de un ingeniero, todas ellas falsificadas».

Isidoro, por su parte, consiguió recuperar su propiedad durante el pasado mes de enero; y la segunda pata del procedimiento, la penal, continúa su cauce tras el lapso del confinamiento. La Sección de Delitos Económicos de la Fiscalía del Principado de Asturias ha solicitado para M. M. P. L. (sin antecedentes previos) una pena de dos años de prisión, el pago de una multa de 8 euros diarios durante once meses y una indemnización a Isidoro por valor de la renta desde enero de 2018 hasta la fecha de la devolución del local, y el pago, además, de la maquinaria y herramientas al anterior inquilino del taller, por un delito de estafa con concurso medial de un delito de falsedad documental continuada.

«Este hombre vive de ello»

El terreno es pantanoso y tiene trazos de otros casos «similares» en distintos lugares de la geografía asturiana. Gracias a un recorte de EL COMERCIO, Isidoro P. logró averiguar la verdadera identidad del okupa, el mismo acusado de estafar más de 192.000 euros a través de una academia en Oviedo por ofrecer títulos falsos, contratar de forma irregular a trabajadores y saltarse la Ley de Protección de Datos. «Este hombre vive de ello, es un estafador profesional», sentenció. Y es que, «cuando al fin conseguimos entrar en el taller, encontramos documentos que tenían relación con la academia, con rifas cuyos premios nunca llegaban y con viajes». Todo ello, material que ya ha sido puesto a disposición de la Guardia Civil, encargada de esa investigación.

Fuente: El Comercio