Se trata de un taller de motos pero puede pasar con los de lunas, que deben adecuarse a la regulación de los talleres de chapa
Zarautz obliga a un taller a cerrar cuatro años después de pedir la licencia de apertura al obligarle a gastar 50.000 euros en reformas
Este caso que os presentamos es una situación injusta y
preocupante y que cualquier día puede ocurrirle a un taller de lunas que se
puede encontrar en la mima situación. Es decir, se pide licencia de apertura,
el ayuntamiento de turno la deja en el fondo de una montaña de papeles y un
tiempo largo después y cuando el taller funciona y varias personas viven
gracias a esa actividad se encuentran con requisitos de todo tipo para poder
seguir con su actividad.
Hace unos meses realizamos un serie de artículos en los que
exponíamos la inexistencia de una regulación justa para el sector de la
cristalería, ya que se exige lo mismo que a un taller de chapa y pintura. Así
que cualquier día y dadas las necesidades recuadatorias de la administración,
se presentarán inspectores exigiendo una obra de adecuadión del negocio que
puede llegar a los 50.000 euros.
A continuación os dejamos este caso aparecido en www.autoprofesional.com de cómo a la
administración le importa poco acabar con un negocio rentable:
“Levantó el cierre del taller hace cuatro años. Como manda
la ley pidió permiso de apertura. Pero como el Ayuntamiento de Zarautz
se tomó la solicitud con tiempo, Rubén Niño, propietario del establecimiento,
decidió comenzar a funcionar. Nada menos que cuatro años después, después de
demostrar que el negocio tenía sentido y tiene éxito, su solicitud ha sido
desestimada. Debe invertir 50 mil euros en mejorar el local en el que está de
alquiler o cerrar. Desgraciadamente tendrá que cerrar.
![[Img #2662]](upload/img/periodico/img_2662.jpg)
“Tras cuatro años sin decirme nada, de un día para otro me
obligan a ad
ecuar todo el pabellón si quiero seguir trabajando”. Lo cuenta el Diario
Vasco. El taller de reparación de motos Beti Garbi en el Polígono Abendaño ha
cerrado sus puertas esta misma semana. El taller venía funcionando en la
reparación de motos desde hace cuatro años, con Rubén Niño como responsable del
mismo, con la colaboración puntual de su padre.
“Entregué toda la documentación del taller hace cuatro años; se ve que durante
todo este tiempo la documentación ha estado en un cajón; en cuatro años no me
hacen caso y me llaman ahora desde el Ayuntamiento indicándome que no tengo
permiso de apertura, que el taller no cumple las condiciones para seguir
funcionando. Que para seguir abierto debo de adecuar el taller”, señala Rubén,
molesto porque el Ayuntamiento no le ofrece otra alternativa.
“Yo seguro que no cumpliré con la totalidad de la normativa vigente, pero como
yo hay un montón de talleres en Zarautz y en todos los pueblos, que no cumplen
al 100% la normativa”.
“No me queda otra que cerrar. No puedo invertir 50.000 euros en un local que no
es mío para acondicionar y preparar el pabellón con todo lo que me piden, que
si salida de humos, ampliar el tema de los extintores, colocar una plataforma
homologada... Y menos como están las cosas...”.
Este joven se queja de la nula ayuda recibida. “Para cuatro gatos que montamos
negocios propios y nos ponen trabas por todas partes. Esta semana me dedicaré a
desmontar y recoger todos mis bártulos y limpiar el pabellón. Me quedo sin
trabajo, aunque un amigo ya me ha ofrecido trabajar en su taller de San
Sebastián”.
Este caso que os presentamos es una situación injusta y preocupante y que cualquier día puede ocurrirle a un taller de lunas que se puede encontrar en la mima situación. Es decir, se pide licencia de apertura, el ayuntamiento de turno la deja en el fondo de una montaña de papeles y un tiempo largo después y cuando el taller funciona y varias personas viven gracias a esa actividad se encuentran con requisitos de todo tipo para poder seguir con su actividad.
Hace unos meses realizamos un serie de artículos en los que exponíamos la inexistencia de una regulación justa para el sector de la cristalería, ya que se exige lo mismo que a un taller de chapa y pintura. Así que cualquier día y dadas las necesidades recuadatorias de la administración, se presentarán inspectores exigiendo una obra de adecuadión del negocio que puede llegar a los 50.000 euros.
A continuación os dejamos este caso aparecido en www.autoprofesional.com de cómo a la administración le importa poco acabar con un negocio rentable:
“Levantó el cierre del taller hace cuatro años. Como manda la ley pidió permiso de apertura. Pero como el Ayuntamiento de Zarautz se tomó la solicitud con tiempo, Rubén Niño, propietario del establecimiento, decidió comenzar a funcionar. Nada menos que cuatro años después, después de demostrar que el negocio tenía sentido y tiene éxito, su solicitud ha sido desestimada. Debe invertir 50 mil euros en mejorar el local en el que está de alquiler o cerrar. Desgraciadamente tendrá que cerrar.
![[Img #2662]](upload/img/periodico/img_2662.jpg)
“Tras cuatro años sin decirme nada, de un día para otro me obligan a ad
ecuar todo el pabellón si quiero seguir trabajando”. Lo cuenta el Diario
Vasco. El taller de reparación de motos Beti Garbi en el Polígono Abendaño ha
cerrado sus puertas esta misma semana. El taller venía funcionando en la
reparación de motos desde hace cuatro años, con Rubén Niño como responsable del
mismo, con la colaboración puntual de su padre.
“Entregué toda la documentación del taller hace cuatro años; se ve que durante
todo este tiempo la documentación ha estado en un cajón; en cuatro años no me
hacen caso y me llaman ahora desde el Ayuntamiento indicándome que no tengo
permiso de apertura, que el taller no cumple las condiciones para seguir
funcionando. Que para seguir abierto debo de adecuar el taller”, señala Rubén,
molesto porque el Ayuntamiento no le ofrece otra alternativa.
“Yo seguro que no cumpliré con la totalidad de la normativa vigente, pero como
yo hay un montón de talleres en Zarautz y en todos los pueblos, que no cumplen
al 100% la normativa”.
“No me queda otra que cerrar. No puedo invertir 50.000 euros en un local que no
es mío para acondicionar y preparar el pabellón con todo lo que me piden, que
si salida de humos, ampliar el tema de los extintores, colocar una plataforma
homologada... Y menos como están las cosas...”.
Este joven se queja de la nula ayuda recibida. “Para cuatro gatos que montamos
negocios propios y nos ponen trabas por todas partes. Esta semana me dedicaré a
desmontar y recoger todos mis bártulos y limpiar el pabellón. Me quedo sin
trabajo, aunque un amigo ya me ha ofrecido trabajar en su taller de San
Sebastián”.











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