El asturiano se lleva el oro y el aragonés Antonio Gálvez la plata en el evento de cristalería más importante del mundo
José Manuel Llano lidera un recital de los reparadores españoles en el Mundial de Estados Unidos
Español que llega a una final, español que se cuelga el oro.
El
asturiano José Manuel Llano abrió brecha en Estados Unidos. El experimentado
reparador se llevó el título con un recital de los que marcán época. Su
competición fue simplemene perfecta. En la primera fase fue el mejor al
resolver un impacto con muchas trampas y en la final ganó con un trabajo
impecable, no se dejó ni un punto y los americanos tuvieron que descubrirse
ante una actuación magnífica. Consiguió la máxima puntuación en todos los
apartados (atención al cliente, resolución del siniestro, limpieza, orden).
“Simply perfect” (simplemente perfecto) afirmó atónito el juez de la prueba.
Sin embargo, es asturiano no fue el único que puso a los
americanos a sus pies. El binefarense
Antonio Gálvez se llevó una merecida plata con un trabajo de altísimo nivel. Se
acabaron los tiempos en los que los españoles llegaban como comparsas a las
finales. Sea la competición que sea y haya el rival que haya, los nuestros se
crecen, se sienten superiores y lo demuestran con hechos. El oro y la plata del
Mundial de reparación es un escaparate al mundo. Que sepan que en España
trabajamos la excelencia. José M
anuel y Antonio sumados a Sergio Romero, Israel
López y Braulio López han marcado el camino para mostrar que con trabajo,
formac
ión, esfuerzo y mucha dedicación la reparación es una solución perfecta.
En Memphis hemos vivido una competición magnífica en cuanto
a organización y nivel de los competidores. En
la final se presentaron los
españoles Jos
é Manuel Llano y Antonio Gálvez para llevarse el oro y dejar al
gigantón estadounidense Chris Smith sin la gloria del oro. Desde el principio
se vio que los españoles hacían las cosas mejor, con más detalle y con uh mayor
grado de excelencia. El americano terminó demasiado rápido. Había una hora para
realizar el trabajo y él decidió acabar en poco más de una hora. El resultado
fue que su reparación quedó bien pero no perfecta.
Los españoles, por su parte, apuraron esa hora y se afanaron
en buscar lo más cercano a un trabajo perfecto. El nuevo campeón, José Manuel
Llano, tuvo que pelear ante un impacto complicado y una juez que, a posta, tomó
el papel de un cliente borde y contestón. Se buscaba resolver el impacto y
convencer a un cliente que no creía en la reparación. La conclusión fue un 10.
Un 10 en amabilidad, argumentos para realizar a reparación y servicio general.
Al terminar era curioso ver a tres jueces mirar y remirar el lugar del impacto.
Ponían cara de estupefacción ¿dónde demonios está la marca que debería haber?
Nada de nada, no encontraban nada. Algo que no pasó con Chris Smith, que
realizó un buen trabajo pero muy lejos de Llano.
Por su parte, Antonio Gálvez, un veterano de la reparación
en Arag![[Img #2840]](upload/img/periodico/img_2840.jpg)
ón, hacía un trabajo que rayaba el 10, sólo pequeñísimos detalles le
privaban del oro, pero su labor le deja como otro maestro absoluto de esta
disciplina. Su plata sabe a oro porque “cuando tu compañero lo hace perfecto
aunque tú hayas hecho una competición increíble es imposible ganarle”.
La final fue el viernes y hasta el sábado al mediodía no se conoció
el fallo del jurado. Sentados alrededor de una gran mesa en una ceremonia muy
vistosa y excelentemente organizada, se anunció la medalla de bronce y el grupo
de reparadores españoles explotó, lloró y se multiplicaron los abrazos. El
americano era tercero. Ya sólo quedaba saber cuál de los nuestros se llevaría
el oro. Fue para
José Manuel como podía haber sido para Antonio. Al decir el
nombre de la plata y el oro, el gigantesto centro de convenciones de Memphis
rompió en un tremendo y largo aplauso y se rindió a nuestros profesionales,
porque Estados Unidos es un país que respeta y valora el talento aunque éste
sea de fuera como en este caso.
Los reparadores españoles demostraron en el Mundial de reparación
de cristalería del automóvil que no tenemos nada que envidiar a país que
inventó esta disciplina. Los nuestros llegaron a Estados Unidos con pequeñas
dudas ¿estaremos a la altura? Pero la competición no solo ha aclarado esas
dudas sino que ha reforzado la autoestima y confianza de un grupo de
reparadores que consideran que en España hay un nivel impresionante y que este
es el camino, el de formarse y trabajar en busca de la excelencia.
José Manuel Llano, Antonio Gálvez, Sergio Rivero, Braulio
López e Israel López han dejado el pabellón español muy alto. Desde Infoluna
queremos agradecerles públicamente su extraordinario comportamiento y
amabilidad y agradecerles que hayan ayudado al sector a demostrar que no
tenemos nada que cuando se trabaja duro no tenemos nada que envidiar a nadie,
más aún, podemos hasta dar una pequeña lección a los que inventaron este
negocio de la reparación.
Español que llega a una final, español que se cuelga el oro.
El asturiano José Manuel Llano abrió brecha en Estados Unidos. El experimentado
reparador se llevó el título con un recital de los que marcán época. Su
competición fue simplemene perfecta. En la primera fase fue el mejor al
resolver un impacto con muchas trampas y en la final ganó con un trabajo
impecable, no se dejó ni un punto y los americanos tuvieron que descubrirse
ante una actuación magnífica. Consiguió la máxima puntuación en todos los
apartados (atención al cliente, resolución del siniestro, limpieza, orden).
“Simply perfect” (simplemente perfecto) afirmó atónito el juez de la prueba.
Sin embargo, es asturiano no fue el único que puso a los
americanos a sus pies. El binefarense
Antonio Gálvez se llevó una merecida plata con un trabajo de altísimo nivel. Se
acabaron los tiempos en los que los españoles llegaban como comparsas a las
finales. Sea la competición que sea y haya el rival que haya, los nuestros se
crecen, se sienten superiores y lo demuestran con hechos. El oro y la plata del
Mundial de reparación es un escaparate al mundo. Que sepan que en España
trabajamos la excelencia. José Manuel y Antonio sumados a Sergio Romero, Israel
López y Braulio López han marcado el camino para mostrar que con trabajo,
formac
ión, esfuerzo y mucha dedicación la reparación es una solución perfecta.
En Memphis hemos vivido una competición magnífica en cuanto
a organización y nivel de los competidores. En la final se presentaron los
españoles Jos
é Manuel Llano y Antonio Gálvez para llevarse el oro y dejar al
gigantón estadounidense Chris Smith sin la gloria del oro. Desde el principio
se vio que los españoles hacían las cosas mejor, con más detalle y con uh mayor
grado de excelencia. El americano terminó demasiado rápido. Había una hora para
realizar el trabajo y él decidió acabar en poco más de una hora. El resultado
fue que su reparación quedó bien pero no perfecta.
Los españoles, por su parte, apuraron esa hora y se afanaron en buscar lo más cercano a un trabajo perfecto. El nuevo campeón, José Manuel Llano, tuvo que pelear ante un impacto complicado y una juez que, a posta, tomó el papel de un cliente borde y contestón. Se buscaba resolver el impacto y convencer a un cliente que no creía en la reparación. La conclusión fue un 10. Un 10 en amabilidad, argumentos para realizar a reparación y servicio general. Al terminar era curioso ver a tres jueces mirar y remirar el lugar del impacto. Ponían cara de estupefacción ¿dónde demonios está la marca que debería haber? Nada de nada, no encontraban nada. Algo que no pasó con Chris Smith, que realizó un buen trabajo pero muy lejos de Llano.
Por su parte, Antonio Gálvez, un veterano de la reparación
en Aragón, hacía un trabajo que rayaba el 10, sólo pequeñísimos detalles le
privaban del oro, pero su labor le deja como otro maestro absoluto de esta
disciplina. Su plata sabe a oro porque “cuando tu compañero lo hace perfecto
aunque tú hayas hecho una competición increíble es imposible ganarle”.
La final fue el viernes y hasta el sábado al mediodía no se conoció
el fallo del jurado. Sentados alrededor de una gran mesa en una ceremonia muy
vistosa y excelentemente organizada, se anunció la medalla de bronce y el grupo
de reparadores españoles explotó, lloró y se multiplicaron los abrazos. El
americano era tercero. Ya sólo quedaba saber cuál de los nuestros se llevaría
el oro. Fue para
José Manuel como podía haber sido para Antonio. Al decir el nombre de la plata y el oro, el gigantesto centro de convenciones de Memphis rompió en un tremendo y largo aplauso y se rindió a nuestros profesionales, porque Estados Unidos es un país que respeta y valora el talento aunque éste sea de fuera como en este caso.
Los reparadores españoles demostraron en el Mundial de reparación de cristalería del automóvil que no tenemos nada que envidiar a país que inventó esta disciplina. Los nuestros llegaron a Estados Unidos con pequeñas dudas ¿estaremos a la altura? Pero la competición no solo ha aclarado esas dudas sino que ha reforzado la autoestima y confianza de un grupo de reparadores que consideran que en España hay un nivel impresionante y que este es el camino, el de formarse y trabajar en busca de la excelencia.
José Manuel Llano, Antonio Gálvez, Sergio Rivero, Braulio López e Israel López han dejado el pabellón español muy alto. Desde Infoluna queremos agradecerles públicamente su extraordinario comportamiento y amabilidad y agradecerles que hayan ayudado al sector a demostrar que no tenemos nada que cuando se trabaja duro no tenemos nada que envidiar a nadie, más aún, podemos hasta dar una pequeña lección a los que inventaron este negocio de la reparación.
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