Tendrán que aumentar sus pólizas baratas mientras las grandes podrán aguantar el 'golpe'
El nuevo baremo de accidentes penalizará a las pequeñas aseguradoras de autos
Las aseguradoras empiezan a hacer sus cuentas para
calcular el impacto que tendrá en sus balances la actualización de las indemnizaciones en
los siniestros de tráfico y para las víctimas de los accidentes.
Pero en lo que todos piensan -es lógico que así sea- es en su repercusión en el
precio de las pólizas.
¿Subirán? La respuesta es afirmativa, aunque no mucho, y con una matización
inevitable: la subida no será la misma en todas las compañías. La razón es muy
sencilla: no todas las aseguradoras están en las mismas condiciones de
solvencia, márgenes y de capacidad para contestar a un escenario cambiante.
Tampoco tienen la misma estrategia para captar clientes o mantener o mejorar su
cuota de mercado.
Las grandes aseguradoras llevan preparándose para el nuevo
baremo desde hace bastante tiempo. El problema afectará más, por tanto, a las
pequeñas compañías, que podrían verse obligadas a cambiar su política de
pólizas baratas.
Está claro, en cualquier caso, que la valoración de daños
cambia. La norma establece infinidad de variantes para calcular las indemnizaciones por muerte y
por secuelas, por ejemplo, que se incrementan de media un 50% y un 35%, respectivamente. Digo
subida media, porque en algunos casos el incremento puede ser del 120%. Las
variantes, insisto, son muchas: la edad de la víctima, sus circunstancias familiares,
la derivada en el número de hijos, sus edades, los dependientes… Así las cosas,
las compañías deberán repercutir el aumento de costes en las pólizas, sí, y agudizar el
ingenio, paralelamente, para combatir la picaresca.
En otras palabras, las compañías tendrán que hacer más esfuerzos para controlar
el fraude en menudeo.
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Ahora bien, no todas
las compañías tienen la misma estrategia ni la misma política de precios, ni
están en las mismas condiciones financieras. Por eso, las
pólizas subirán (pongamos una media de 20 euros) pero no de igual modo en todas
las compañías. Tendrán que hacer sus cálculos sobre la base, en primer término,
de la composición de su cartera.
La edad de los asegurados influye y también el tipo de seguros
que contratan. Los nuevos baremos apenas afectarán, por ejemplo, a las
compañías con una base may
oritaria de clientes entre los 45 y 55 años o a las que tengan una cartera de seguros en los que pesen sustancialmente más los
seguros a todo riesgo que los obligatorios o a terceros. Es evidente que los riesgos o la solvencia no
son iguales en todos los casos. Añádase a eso que la situación financiera varía por la diversificación de
seguros (autos, vida, hogar, decesos….) de las compañías o la rentabilidad de
las inversiones, que inciden en sus márgenes más que la póliza de un ramo
concreto.
En la política de precios afecta también la
estrategia de captación
o mantenimiento de clientes, pero no todas las compañías,
paralelamente, gozan del mismo músculo
financieropara ofertar. Todos estos elementos, en fin, serán
determinantes para un nuevo ajuste de las tarifas.
Fuente: Hispanidad.com
Las aseguradoras empiezan a hacer sus cuentas para
calcular el impacto que tendrá en sus balances la actualización de las indemnizaciones en
los siniestros de tráfico y para las víctimas de los accidentes.
Pero en lo que todos piensan -es lógico que así sea- es en su repercusión en el
precio de las pólizas.
¿Subirán? La respuesta es afirmativa, aunque no mucho, y con una matización
inevitable: la subida no será la misma en todas las compañías. La razón es muy
sencilla: no todas las aseguradoras están en las mismas condiciones de
solvencia, márgenes y de capacidad para contestar a un escenario cambiante.
Tampoco tienen la misma estrategia para captar clientes o mantener o mejorar su
cuota de mercado.
Las grandes aseguradoras llevan preparándose para el nuevo
baremo desde hace bastante tiempo. El problema afectará más, por tanto, a las
pequeñas compañías, que podrían verse obligadas a cambiar su política de
pólizas baratas.
Está claro, en cualquier caso, que la valoración de daños cambia. La norma establece infinidad de variantes para calcular las indemnizaciones por muerte y por secuelas, por ejemplo, que se incrementan de media un 50% y un 35%, respectivamente. Digo subida media, porque en algunos casos el incremento puede ser del 120%. Las variantes, insisto, son muchas: la edad de la víctima, sus circunstancias familiares, la derivada en el número de hijos, sus edades, los dependientes… Así las cosas, las compañías deberán repercutir el aumento de costes en las pólizas, sí, y agudizar el ingenio, paralelamente, para combatir la picaresca. En otras palabras, las compañías tendrán que hacer más esfuerzos para controlar el fraude en menudeo.
Ahora bien, no todas
las compañías tienen la misma estrategia ni la misma política de precios, ni
están en las mismas condiciones financieras. Por eso, las
pólizas subirán (pongamos una media de 20 euros) pero no de igual modo en todas
las compañías. Tendrán que hacer sus cálculos sobre la base, en primer término,
de la composición de su cartera.
La edad de los asegurados influye y también el tipo de seguros
que contratan. Los nuevos baremos apenas afectarán, por ejemplo, a las
compañías con una base mayoritaria de clientes entre los 45 y 55 años o a las que tengan una cartera de seguros en los que pesen sustancialmente más los
seguros a todo riesgo que los obligatorios o a terceros. Es evidente que los riesgos o la solvencia no
son iguales en todos los casos. Añádase a eso que la situación financiera varía por la diversificación de
seguros (autos, vida, hogar, decesos….) de las compañías o la rentabilidad de
las inversiones, que inciden en sus márgenes más que la póliza de un ramo
concreto.
En la política de precios afecta también la estrategia de captación o mantenimiento de clientes, pero no todas las compañías, paralelamente, gozan del mismo músculo financieropara ofertar. Todos estos elementos, en fin, serán determinantes para un nuevo ajuste de las tarifas.
Fuente: Hispanidad.com
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