Se lleva el premio al mejor documental, se puede ver en Netflix y trata sobre la singular a convivencia entre trabajadores chinos y estadounidenses en la fábricamericana de la empresa china
Fuyao le da un Oscar de Hollywood a Barack Obama
El 23 de diciembre del
2008, dos días antes de Navidad, la planta de General Motors en Dayton (Ohio) cerró sus instalaciones y 2.400 trabajadores perdieron sus empleos. El líder sindical, dirigiéndose a todos sus colegas, habló frente a un micrófono al aire libre y les pidió que rezaran. Seis años más tarde, esa oración parece haber sido escuchada en un país oriental y sin credo religioso oficial: la empresa multinacional china Fuyao, líder en el mercado con el 70 por ciento en la producción de vidrios de automóviles y camiones, llegó a instalarse a Dayton. Ocupará la vieja factoría de General Motors y recontratará a la mayoría de los ex empleados: una nueva era comenzó en esta urbe del Medio Oeste americano.
![[Img #18102]](upload/img/periodico/img_18102.jpg)
El documental American Factory, dirigido por los experimentados realizadores Steven Bognar y Julia Reichert, da cuenta de este singular y a veces tragicómico proceso de asimilación cultural y económico entre empleadores chinos y trabajadores
estadounidenses y la Academia de Cine de Estados Unidos ha decidido concederle el Oscar al mejor documental.
La nueva factoría de Fuyao Glass Industry Group Company instalada en las dependencias de Moraine Assembly es, sin dudas, un rompecabezas donde muchas veces las piezas no calzan: métodos de trabajo chinos que buscan dialogar con necesidades y costumbres norteamericanas.
La película es producida por el ex presidente Barack Obama y su esposa Michelle Obama a través de su compañía fílmica y televisiva Higher Ground Productions, que con este primer trabajo inició una asociación con Netflix para una serie de documentales, películas de ficción y docu-series, es decir documentales que se extienden en varios capítulos. Hasta ahora hay seis en producción.
![[Img #18104]](upload/img/periodico/img_18104.jpg)
Al momento de firmar el acuerdo con el gigante del streaming, el ex presidente afirmó: “Michelle y yo estamos muy entusiasmados de asociarnos con Netflix. Esperamos cultivar y seleccionar las voces talentosas, inspiradoras y creativas capaces de promover empatía y comprensión entre las personas y así ayudarlas a compartir sus historias con todo el mundo”.
American Factory se encuentra disponible en Netflix desde este miércoles 21 de agosto y viene acompañada de una charla de 10 minutos entre Barack y Michelle Obama.
Entendiendo a Estados Unidos
La primera reunión que tienen los trabajadores de la antigua planta de General Motors con sus nuevos empleadores es a través de un jefe estadounidense. El multimillonario Cao Dewang empieza con cautela y es a través de este equipo de supervisores norteamericanos que comienza la relación con los empleados de Dayton, Ohio.
![[Img #18106]](upload/img/periodico/img_18106.jpg)
Sin embargo, lo que los capataces tienen que decir no tiene mucho que ver con las clásicas reglas del juego laboral en EE.UU.: “Tendrán media hora para un almuerzo pagado por ustedes mismos, habrá dos recreos de 15 minutos y no hay derecho a sindicatos, aunque llevaremos las mejores relaciones con los empleados”.
![[Img #18103]](upload/img/periodico/img_18103.jpg)
Enfrentados a la cesantía o a trabajos de tercera categoría, los ex empleados de General Motors no tienen demasiadas opciones. En la nueva fábrica de vidrios entran todos: ingenieros, contadores, mecánicos, personal del aseo. Pronto empiezan a notar cosas extrañas de acuerdo a sus estándares, desde exceso de carteles en idioma chino sin traducción alguna hasta pantallas LCD con publicidad en esa lengua en las máquinas vendedoras de café y golosinas.
A su vez Cao Dewang se involucra más directamente en la fábrica, aunque todo lo hace con traductor. No entiende la cultura laboral de Estados Unidos, cree que los estadounidenses hablan demasiado y, de acuerdo a sus proyecciones, no son tan efectivos como los disciplinados obreros de China. Pronto reemplazará a varios por robots.
![[Img #18108]](upload/img/periodico/img_18108.jpg)
La película fue en general muy elogiada en su estreno en el Festival de Sundance en enero pasado. En forma evidente da cuenta de una cierta globalización a la fuerza y también del estadounidense promedio del llamado “cinturón de hierro” de Estados Unidos, donde estaban las grandes fábricas de General Motors, Ford y Chrysler.
Actualmente Fuyao Glass Industry sigue en Dayton, de la misma manera que los desencuentros y las pequeñas alegrías de sus trabajadores. Tal como uno de los obreros estadounidenses lo reconoce en el documental, es probable que ni él ni sus compañeros nunca vuelva a ganar tanto dinero como en la época de General Motors. Tampoco es probable que vuelvan a tener las mismas condiciones de seguridad laboral. Esa es seguramente la vida común y corriente a la que se referían los Obama.
El 23 de diciembre del 2008, dos días antes de Navidad, la planta de General Motors en Dayton (Ohio) cerró sus instalaciones y 2.400 trabajadores perdieron sus empleos. El líder sindical, dirigiéndose a todos sus colegas, habló frente a un micrófono al aire libre y les pidió que rezaran. Seis años más tarde, esa oración parece haber sido escuchada en un país oriental y sin credo religioso oficial: la empresa multinacional china Fuyao, líder en el mercado con el 70 por ciento en la producción de vidrios de automóviles y camiones, llegó a instalarse a Dayton. Ocupará la vieja factoría de General Motors y recontratará a la mayoría de los ex empleados: una nueva era comenzó en esta urbe del Medio Oeste americano.
El documental American Factory, dirigido por los experimentados realizadores Steven Bognar y Julia Reichert, da cuenta de este singular y a veces tragicómico proceso de asimilación cultural y económico entre empleadores chinos y trabajadores estadounidenses y la Academia de Cine de Estados Unidos ha decidido concederle el Oscar al mejor documental.
La nueva factoría de Fuyao Glass Industry Group Company instalada en las dependencias de Moraine Assembly es, sin dudas, un rompecabezas donde muchas veces las piezas no calzan: métodos de trabajo chinos que buscan dialogar con necesidades y costumbres norteamericanas.
La película es producida por el ex presidente Barack Obama y su esposa Michelle Obama a través de su compañía fílmica y televisiva Higher Ground Productions, que con este primer trabajo inició una asociación con Netflix para una serie de documentales, películas de ficción y docu-series, es decir documentales que se extienden en varios capítulos. Hasta ahora hay seis en producción.
Al momento de firmar el acuerdo con el gigante del streaming, el ex presidente afirmó: “Michelle y yo estamos muy entusiasmados de asociarnos con Netflix. Esperamos cultivar y seleccionar las voces talentosas, inspiradoras y creativas capaces de promover empatía y comprensión entre las personas y así ayudarlas a compartir sus historias con todo el mundo”.
American Factory se encuentra disponible en Netflix desde este miércoles 21 de agosto y viene acompañada de una charla de 10 minutos entre Barack y Michelle Obama.
Entendiendo a Estados Unidos
La primera reunión que tienen los trabajadores de la antigua planta de General Motors con sus nuevos empleadores es a través de un jefe estadounidense. El multimillonario Cao Dewang empieza con cautela y es a través de este equipo de supervisores norteamericanos que comienza la relación con los empleados de Dayton, Ohio.
Sin embargo, lo que los capataces tienen que decir no tiene mucho que ver con las clásicas reglas del juego laboral en EE.UU.: “Tendrán media hora para un almuerzo pagado por ustedes mismos, habrá dos recreos de 15 minutos y no hay derecho a sindicatos, aunque llevaremos las mejores relaciones con los empleados”.
Enfrentados a la cesantía o a trabajos de tercera categoría, los ex empleados de General Motors no tienen demasiadas opciones. En la nueva fábrica de vidrios entran todos: ingenieros, contadores, mecánicos, personal del aseo. Pronto empiezan a notar cosas extrañas de acuerdo a sus estándares, desde exceso de carteles en idioma chino sin traducción alguna hasta pantallas LCD con publicidad en esa lengua en las máquinas vendedoras de café y golosinas.
A su vez Cao Dewang se involucra más directamente en la fábrica, aunque todo lo hace con traductor. No entiende la cultura laboral de Estados Unidos, cree que los estadounidenses hablan demasiado y, de acuerdo a sus proyecciones, no son tan efectivos como los disciplinados obreros de China. Pronto reemplazará a varios por robots.
La película fue en general muy elogiada en su estreno en el Festival de Sundance en enero pasado. En forma evidente da cuenta de una cierta globalización a la fuerza y también del estadounidense promedio del llamado “cinturón de hierro” de Estados Unidos, donde estaban las grandes fábricas de General Motors, Ford y Chrysler.
Actualmente Fuyao Glass Industry sigue en Dayton, de la misma manera que los desencuentros y las pequeñas alegrías de sus trabajadores. Tal como uno de los obreros estadounidenses lo reconoce en el documental, es probable que ni él ni sus compañeros nunca vuelva a ganar tanto dinero como en la época de General Motors. Tampoco es probable que vuelvan a tener las mismas condiciones de seguridad laboral. Esa es seguramente la vida común y corriente a la que se referían los Obama.
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