Así se gestó el 'bombazo' de 2021 con la venta de Ralarsa a la multinacional sueca Cary Group que supuso el final de una tensa relación empresarial en la familia
El día que Joan Albert Arsalaguet se liberó y decidió que su hijo Joan Jordi no podía ser su relevo de futuro en Ralarsa
El pasado mes de agosto se produjo un bombazo con la compra de Ralarsa por parte de la multinacional sueca Cary Group. Esta operación empresarial se recibió de manera inesperada por la mayoría de los actores que participan en el sector de lunas español pero que venía gestándose desde hacía unos años.
![[Img #21923]](https://infoluna.com/upload/images/01_2022/9892_ralarsa-1.jpg)
En la entrañas de Ralarsa no sorprendió tanto la decisión de Joan Albert Arsalaguet, el fundador de la empresa catalana de cristalería del automóvil hace 40 años, sobre todo en el entorno más cercano al creador de la red y su hijo Joan Jordi, que conocían las tensiones que se producen entre ambos desde hace años por la manera de gestionar la compañía.
![[Img #21924]](https://infoluna.com/upload/images/01_2022/6827_sumario-ralarsa-1.jpg)
Los empleados y ex empleados de Ralarsa con los que hemos contactado nos confirman la existencia de una relación complicada entre padre e hijo, que comenzó a deteriorarse desde que hace unos años el fundador se retractó de la idea de retirarse casi por completo de la gestión diaria de la empresa y tras solo unos meses alejado de la sede central a las afueras de Barcelona, decidió volver a controlar el día a día de la empresa y auditar las decisiones de su hijo y administrador en ese momento de Ralarsa.
![[Img #21927]](https://infoluna.com/upload/images/01_2022/5504_banner-geslunas.jpg)
Este cambio de planteamiento vital y profesional del fundador de Ralarsa no sentó nada bien a Joan Jordi Arsalaguet, que sintió que su padre no tenía la confianza suficiente en su manera de trabajar y decidir. Ese descontento se hizo público, ya que compartió su desazón con muchos empleados e incluso con el periodista que escribe.
![[Img #21925]](https://infoluna.com/upload/images/01_2022/3629_sumario-ralarsa-2.jpg)
Desde hace tiempo Joan Albert Arsalaguet se sentía más alejado de su hijo a nivel empresarial y no veía con buenos ojos que la empresa estuviera en el futuro bajo el mando de su hijo, al que siempre buscó formar a su imagen y semejanza pero con el que tras numerosos encontronazos se convenció de que no iba a ser el sucesor que deseaba.
La oferta de la multinacional sueca fue una oportunidad inesperada para el fundador pero que le llenó de satisfacción rápidamente. El acuerdo fue mucho más rápido de lo esperado y la celeridad en la firma de la venta supuso para Joan Albert Arsalaguet acabar con un duda persistente desde hace años sobre la continuidad de Ralarsa en manos de su hijo.
![[Img #21926]](https://infoluna.com/upload/images/01_2022/156_sumario-ralarsa-3.jpg)
"Sí, ha vuelto, está ahora todo el día aquí en la oficinas controlándolo todo". Esa frase se repetía insistentemente en las oficinas centrales de Ralarsa y denotaba que Joan Jordi Arsalaguet se sentía presionado y carecía de la independencia de mando que deseaba.
Por eso la llegada de la oferta sueca fue una liberación para el fundador y el fin de una era en Ralarsa, que vendió a un buen precio y acabó con una manera peculiar de manejar la empresa con una incómoda bicefalia que generaba tensiones que se acaban con la llegada de los ejecutivos nórdicos.
A Joan Jordi Arsalaguet le resta aún una temporada al frente de Ralarsa pero nos consta que en Suecia están deseosos por encontrar un perfil que le sustituya y arranque un nuevo capítulo de Ralarsa en el que la gestión tomará otro rumbo y el sello Arsalaguet quedará como un recuerdo en el sector.
Los que más le conocen aseguran que Joan Albert se quitó un peso de encima tras firmar esta operación y por fin pudo encontrar el retiro que deseaba desde hace y que las cavilaciones sobre el futuro de Ralarsa le tenían inquieto y lleno de dudas.
El pasado mes de agosto se produjo un bombazo con la compra de Ralarsa por parte de la multinacional sueca Cary Group. Esta operación empresarial se recibió de manera inesperada por la mayoría de los actores que participan en el sector de lunas español pero que venía gestándose desde hacía unos años.
En la entrañas de Ralarsa no sorprendió tanto la decisión de Joan Albert Arsalaguet, el fundador de la empresa catalana de cristalería del automóvil hace 40 años, sobre todo en el entorno más cercano al creador de la red y su hijo Joan Jordi, que conocían las tensiones que se producen entre ambos desde hace años por la manera de gestionar la compañía.
Los empleados y ex empleados de Ralarsa con los que hemos contactado nos confirman la existencia de una relación complicada entre padre e hijo, que comenzó a deteriorarse desde que hace unos años el fundador se retractó de la idea de retirarse casi por completo de la gestión diaria de la empresa y tras solo unos meses alejado de la sede central a las afueras de Barcelona, decidió volver a controlar el día a día de la empresa y auditar las decisiones de su hijo y administrador en ese momento de Ralarsa.
Este cambio de planteamiento vital y profesional del fundador de Ralarsa no sentó nada bien a Joan Jordi Arsalaguet, que sintió que su padre no tenía la confianza suficiente en su manera de trabajar y decidir. Ese descontento se hizo público, ya que compartió su desazón con muchos empleados e incluso con el periodista que escribe.
Desde hace tiempo Joan Albert Arsalaguet se sentía más alejado de su hijo a nivel empresarial y no veía con buenos ojos que la empresa estuviera en el futuro bajo el mando de su hijo, al que siempre buscó formar a su imagen y semejanza pero con el que tras numerosos encontronazos se convenció de que no iba a ser el sucesor que deseaba.
La oferta de la multinacional sueca fue una oportunidad inesperada para el fundador pero que le llenó de satisfacción rápidamente. El acuerdo fue mucho más rápido de lo esperado y la celeridad en la firma de la venta supuso para Joan Albert Arsalaguet acabar con un duda persistente desde hace años sobre la continuidad de Ralarsa en manos de su hijo.
"Sí, ha vuelto, está ahora todo el día aquí en la oficinas controlándolo todo". Esa frase se repetía insistentemente en las oficinas centrales de Ralarsa y denotaba que Joan Jordi Arsalaguet se sentía presionado y carecía de la independencia de mando que deseaba.
Por eso la llegada de la oferta sueca fue una liberación para el fundador y el fin de una era en Ralarsa, que vendió a un buen precio y acabó con una manera peculiar de manejar la empresa con una incómoda bicefalia que generaba tensiones que se acaban con la llegada de los ejecutivos nórdicos.
A Joan Jordi Arsalaguet le resta aún una temporada al frente de Ralarsa pero nos consta que en Suecia están deseosos por encontrar un perfil que le sustituya y arranque un nuevo capítulo de Ralarsa en el que la gestión tomará otro rumbo y el sello Arsalaguet quedará como un recuerdo en el sector.
Los que más le conocen aseguran que Joan Albert se quitó un peso de encima tras firmar esta operación y por fin pudo encontrar el retiro que deseaba desde hace y que las cavilaciones sobre el futuro de Ralarsa le tenían inquieto y lleno de dudas.
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