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Miércoles, 02 de Febrero de 2011

Un niño de 2 años muere atropellado por un conductor que limpiaba con la mano el parabrisas mientras circulaba

Este grave accidente demuestra la falta de conocimiento de muchos conductores a la hora de tratar un elemento de seguridad como es la luna de vehículo.

Una acción tan habitual y a la vez peligrosa realizada por millones de conductores diariamente como es limpiar con la mano el vaho del parabrisas resultó fatal en la localidad madrileña de Alcobendas. Esa acción se podría haber evitado con esperar un minuto antes de salir con el vehículo y eliminando el vaho a través de aire de vehículo. Esto no se hizo en este caso y el conductor no vio a un niño de 2 años al que atropello al no ver bien a través de su luna llena de obstáculos visuales.

Un llanto casi mudo, pero desgarrador, y el abrazo imposible de los padres de Iván resumían ayer, al filo de las dos de la tarde, todo el dolor de una familia resquebrajada por el infortunio. El hijo mayor del matrimonio, que apenas acababa de abrazarse a la vida, falleció por la mañana bajo las ruedas de una furgoneta. Un despiste, una distracción, el destino fatal, dejaron muerto a este pequeño de 2 años y medio justo cuando iba a llegar, de la mano de su abuelo, a su guardería, en Alcobendas. El conductor, que también sufrió una fortísima crisis de ansiedad y que viajaba en ese momento acompañado de su hija adolescente, pasará hoy a disposición judicial.

Eran aproximadamente las ocho de la mañana cuando el pequeño, acompañado de su abuelo, la madre y su hermanito de sólo unos meses, se dirigía como cada mañana a la escuela infantil pública Pío Pío, en la Avenida Olímpica, en el barrio de Arroyo de la Vega. Mientras, en un punto cercano del municipio, un trabajador de mediana edad del sector de la cristalería y la ferretería recogía a su hija de 13 años en el bulevar de Salvador Allende, para acercarla al instituto.

Pocos minutos después, l[Img #1860]a mala fortuna de ambas familias quedaría ligada de por vida por la muerte. El conductor de la furgoneta, una Mercedes Vitto de color blanca, entró en la glorieta que hay justo al lado de la escuela infantil. La zona, al ser urbana, tiene un límite de velocidad de 50 kilómetros por hora, señalizada, además, con postes verticales y pintadas horizontales, sobre la calzada.

El abuelo es quien camina delante, con Iván tomado de su mano. Un poco detrás, la madre con su hijo menor. Se daba la circunstancia azarosa de que la mujer se incorporaba ese día a su trabajo de camarera, después de los cuatro meses de baja de su segundo parto. La idea era acercar al hijo mayor a la guardería y marcharse ella luego al trabajo. La familia comenzó a cruzar, de manera correcta, el paso de peatones. Pero el conductor de la furgoneta tuvo una distracción: aquella noche había helado e intentó limpiar con su mano el parabrisas, que tenía vaho acumulado, para poder visibilizar mejor durante la conducción.

Sin embargo, esta acción resultó finalmente fatal. El vehículo, aunque no circulaba a velocidad excesiva, golpeó al abuelo y pasó por encima de Iván. La víctima adulta sufrió un golpe en la cabeza, sin más importancia. Pero la criatura quedó tirada en el suelo, ya inconsciente.


Fuente: ABC.es

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